En poco tiempo se ponen manos a la obra y van preparando temas en su mayoría compuestos por Raúl, a la vez que se van haciendo pruebas a distintos baterías. Así es como se incorpora Adrián (batería), casi a la par que Isaac (guitarra), que es rescatado de la soledad y onanismo guitarrístico, tocando por primera vez en un grupo con más gente.
Los ensayos se van sucediendo, los temas son dinámicos y directos, temas como Incordio, Adicción o Saltarme el horizonte (que finalmente recalarían en el primer disco), y otros como, Te aplastará, carroñero, alucinaciones, sin solución etc, que de momento pasarían al almacén de canciones moskeosas.
Todo es diversión y creatividad, pero con un único inconveniente, todos los miembros pueden entregarse en cada instrumento, excepto Raúl, que al ocuparse de sus labores guitarreras y de la voz principal, no consigue que salgan las dos cosas con la misma fluidez que al dedicarse a una sola, que se le va a hacer si uno no es un virtuoso, es ahí cuando entre todos se decide que hay que buscar un vocalista y así Raúl poder centrarse en su instrumento para dar más calidad a la ejecución de los temas.
Es cuando llega Alberto (voz), Bético de pro, dotado de un gran carisma y curtido en las tablas de los escenarios con distintas bandas de versiones, y también con esa inquietud de tener una banda con canciones originales, donde poder desplegar su forma de expresión a la hora de escribir letras y entregarse como cantante creando su propio estilo, sin seguir las directrices que otros han marcado.